Publicamos otro de los cuentos participantes en el concurso internacional de cuentos:
"El futuro en nuestras manos"
"Otra vez estoy sentado en mi pupitre de salón de
clases; aburrido, mirando fijamente al pizarrón, sin verlo realmente. La
profesora, la señorita Sánchez, habla sobre la importancia de estudiar todos
los días para mejorar nuestras notas.
-¿Qué me importa estudiar? Yo voy a recoger palomas-
dice Joel a mi oído mientras se ríe.
Apoyo mis brazos en la mesa y sobre estos mi cabeza.
Cierro los ojos y me trasporto a un lugar completamente distinto. No era ni el
salón de clases, ni el patio de la escuela; donde me encontraba ahora, era mi
habitación, en mi casa. Pero esta era muy diferente; no estaban mis juguetes
desordenados por el suelo, ni la televisión, ni mis poster de futbolistas. Lo
único que seguía siendo igual era mi cama desordenada y mi escritorio vacío.
Al ver mi pieza totalmente cambiada, recuerdo que
mamá había dicho que me echaría de casa si mis notas no mejoraban mis
calificaciones.
Intento no desesperarme y decido busca a mamá
afuera. Esta estaba en la cocina, la que, al igual que mi habitación, también
había cambiado. Los muebles, que había visto en mi casa desde pequeño, no
estaban. Solo quedaba una mesa, el fregadero y un pequeño refrigerador
remplazaba al anterior.
Mamá se veía mayor, más delgada, pálida y algo
enferma. Estaba bebiendo un poco de agua y decía:- Kevin, lo único que nos
queda es agua. Creo que se les ha olvidado cortárnosla-.
-Mamá, ¿qué ocurre? ¿Qué está sucediendo?-dije.
Mi madre suspiró y me responde:-Hijo, cuando te
dijimos que estudiaras para entrar en la universidad, te advertimos de las
consecuencias de no hacerlo- mientras lo dice señala el refrigerador con la
puerta abierta (descompuesto, creo) y vacío.
-Pero mamá, tu trabajas ¿Por qué no vas al
supermercado por algo de comida?-.
Comencé a asustarme de lo que me estaba ocurriendo,
cuando Joel me despierta a tiempo para escuchar el timbre del recreo. La
profesora ya había salido del salón y la clase ya había terminado, pero esta
sería la última vez que no prestaría atención a lo que los adultos me dicen".
( María Esperanza Obreque Mistretta, 2°Medio B)
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